25.2.08

Trece Rosas Rojas

10/11/2007



Leí el libro y ayer vi la película…

Simplemente decir que merece la pena. Es de esas películas que te llegan y te hacen revolverte en tu cómoda butaca de espectador. No voy a elogiar al reparto, creo que no es lo más interesante de la película.

Actualizo con esto porque me parece importante no olvidar nunca una barbarie como la que ha vivido este país. Porque por mucho que unos se empeñen en olvidar y otros defiendan el derecho a abrir fosas comunes, creo que es indiscutible que pasó y que mataron todos, por supuesto, pero la crueldad fue infinitamente superior por alguna de las partes. Tengo la esperanza de que recordarlo nos lleve a nunca volver a caer en el mismo horror.

Creo que está de más dar mi visión política sobre el asunto (aunque creo que es inevitable intuirla), tampoco pienso ocultarla. Pensar diferente no tiene que ser motivo para morir en NINGUNO de los casos. El odio, el rencor y la prepotencia del ser humano nos llevo a matarnos, a perseguirnos, a delatarnos y a el sufrimiento de demasiada gente.

Se me amontonan las palabras y las ideas. Sólo atino a decir que es injusto, que me retuerzo de impotencia por lo que pasó cada vez que veo algo así y que no soy capaz de comprender porque aún hay gente que se empeña en abrir las heridas. No puedo entender porque hay gentuza que aún opta por matar cuando se encuentra con un ideal que se aleja del suyo.

Quiero respeto con el tema. De igual manera que yo respeto las opiniones quiero que se respeten al resto. ODIO la represión, es algo que puede conmigo. Me duele muchísimo más que me quiten el derecho a pensar que el derecho a comer. No soporto la idea de la REPRESIÓN y la CRUELDAD.

NADIE tiene derecho a acallar a nadie. Jamás se puede matar a nadie, y muchísimo menos cuando el motivo es una idea política, una tendencia religiosa, una opción sexual o cualquier otro aspecto que se salga de lo “moralmente establecido”

Solo se me ocurre, así sobre la marcha una pregunta: ¿Por qué a unos se los beatifica y a otros se les quiere negar el derecho a desenterrar los huesos de sus familiares de una humillante fosa común y poderlos llorar tranquilamente?

Hubo demasiadas vidas que quedaron exterminadas frente a las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid, en cientos de fosas comunes en los campos y cunetas de la geografía española como para que se pretenda olvidar la matanza.

Demasiados padres sin sus hijos, demasiados hijos sin sus padres, demasiadas almas partidas sin cura posible, demasiadas heridas abiertas a golpe de fusil…

Soy consciente de que no he sido capaz de explicar de forma objetiva esta historia, NUESTRA historia, pero es que, sintiéndolo mucho, no quiero. Me parece despiadada la reacción de muchos.

Creo que pondré fin a este sinsentido de palabras con un texto REAL extraído del libro de las “Trece Rosas Rojas” de Carlos Fonseca. Es la carta, facilitada por su hijo, que Blanca Brisac escribió le escribió en las vísperas de su fusilamiento:



”Querido, muy querido hijo de mi alma. En estos últimos momentos tu madre piensa en ti. Sólo pienso en mi niñito de mi corazón que es un hombre, un hombrecito, y sabrá ser todo lo digno que fueron sus padres.
Perdóname, hijo mío, si alguna vez he obrado mal contigo. Olvídalo hijo, no me recuerdes así, y ya sabes que bien pesarosa estoy.
Voy a morir con la cabeza alta. Sólo por ser buena: tú mejor que nadie lo sabe Quique mío.
Sólo te pido que seas bueno, muy bueno siempre. Que quieras a todos y que no guardes rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor, y tú tienes que ser un hombre bueno, trabajador. Sigue el ejemplo de tu papachín. ¿Verdad, hijo mío, que en mi última hora me lo prometes? Quédate con mi adorada Cuca (Su ,madre, la abuela del niño) y sé siempre para ella y mis hermanas un hijo. El día de mañana vela por ellas cuando sean viejitas. Hazte el deber de velar por ellas cuando seas un hombre. No te digo más. Tu padre y yo vamos a la muerte orgullosos. No sé si tu padre habrá confesado y comulgado, pues no le veré hasta mi presencia en el piquete. Yo sí lo he hecho.
Enrique, que no se te borre nunca el recuerdo de tus padres. Que te hagan la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la enseñaron a mi, te seguiría escribiendo hasta el mismo momento, pero tengo que despedirme de todos. Hijo, hasta la eternidad. Recibe después de una infinidad de besos, el beso eterno de tu madre. Blanca.”






***Particular y pequeño homenaje a TODOS los caídos en esta y todas las guerras, especialmente, a las Trece Rosas Rojas y sus familiares.***

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