24.9.06

Soledad.





Una vez más, me crucé con la dama más cuel jamás conocida: la soledad. No la soledad confundida con intimidad, si no la impuesta vilmente, la no buscada, la encontrada, la que llega sin avisar...
Se muestra elegante y pausada, con la confianza de quien sabe que ganará la batalla; con la firmeza de una soga en el cuello de un ejecutado en la horca; con la crueldad de un inquisidor que termina con la vida de la alegria, la esperanza y la sensación de al menos importar a alguien...
Va vestida de negro, frío y desolación...yo la vi.
La vi pasar y quedarse como una mala inquilina con un alquiler indefinido...
Duerme en tus sábanas, despeina tu cordura, mina tu corazón, se alimenta de tus ganas de vivir y desdibuja tu sonrisa.
Vence a tus alegrias, invita a tus penas; descarta las sonrisas, y llama a los llantos...
Así es ella, cruel, fría y negra.