19/12/2007
Creo que a estas alturas de la película es inútil no hacer mención a la época del año por la que pasamos. Esa época en que todo lo malo se antoja peor, esa época del año en la que la mayoría de la gente supura hipocresía por todos los poros de su piel, esa época en la que se echa más de menos si cabe: La Navidad.
Me repatea que las buenas intenciones duren menos que las luces y los polvorones, que parece que tengas la obligación de empacharte a turrones y que se salgan los bigotes de las gambas por las orejas sobretodo si odias el marisco.
Parece que las sonrisas son mas falsas que nunca, que tu vecino que se molesta en guarrearte el resto del año, ahora es la persona más agradable del mundo, me creo menos que nunca los buenos propósitos, las reuniones familiares al completo me dan urticaria, los petardos me ponen de los nervios, termino mala de tanta comida y encima me quedo sin un duro V.V
Bueno, creo que ya es tontería decir que no me gusta la Navidad, no sólo porque no crea en ella sino porque cada día creo más firmemente que hace a más gente más triste que feliz. Porque todo parece que se recuerda más, y tanto el recuerdo malo por malo, como el bueno por triste, termina minando a las personas.
Si me tengo que quedar con algo en estas fechas, es únicamente con las sonrisas inocentes de los niños y con la ilusión de sus ojos. Creo que es por lo único que merece la pena tanta parafernalia, tanta luz, tanto gasto, tanto espumillón y tanto dulce.
A pesar de todo, Feliz Navidad a quien crea en ella y la viva, y un abrazo gordo para quienes sé, que como para mi, tampoco son de su agrado.
26.2.08
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