
Y de nuevo lunes... Y otra vez a comenzar...Y otra vez a tirar una semana más...
Después de que ayer fuese un domingo distinto cargados de carcajadas soñadoras de niños dulces que regalan chapas de "El Principito" y reclaman tu atención a gritos, toca de nuevo sumergirse en la rutina...
Volver de nuevo a lo mismo, a sentir las mismas sensaciones que tendría un gato metido en una caja de zapatos...
Ves como tu vida se reduce a los mismos hábitos vacíos de siempre, a levantarte con mala cara y los ojos tristes, a intentarte obligar a fingir que nada pasa y sonreir, a meterte a presión en el transporte público sin poder disfrutar de los viajes como a ti te gustan, rodeada de gente amargada que piensa que cualquier ocasión es buena para enfrentarse a los demás...olores...sonidos...
Ver como hay gestos recistas y xenófobos con los que aún no hemos sido capaces de terminar...
Intentar buscar algo positivo entre todo ello... y encontrar...
Y encontrar la sonrisa inocente de un niño tierno que come gusanitos y te regala su calcetín azul, un abuelito encantador que cuenta sus batallas a un nietín pequeñito que le mira con los ojitos como platos, como miraría a un héroe... y eso me recuerda tanto a él...
Estudiar, clases, biblioteca, más clases...recorrer el mismo camino unas ocho veces... Al menos quedan los cafés y los desayunos... si no fuese por ellos....
Cada vez son menos y somos menos, pero es lo que tienen las fechas en las que estamos...
Llegas a casa y te recibe el silencio roto por las voces y golpes de los vecinos, solo te abraza la fría silla del escritorio que nunca serás capaz de amoldar nisiquiera a tu altura, y te verás engullida por los apuntes... y a estidiar, y estudiar, y esudiar....
Apenas ganas de comer, nervios, desesperaciones, demasiados pensamintos agolpados; demasiadas ganas de pensar, escuchar melodías, leer y escribir y poco tiempo para hacerlo... Sólo agua, mucha agua; algo de chocolate; fruta; café, mucho café; diez minutos cada tres horas de alguna lectura de agrado; música cada vez que ves que no puedes tirar más, aunque hasta eso escasea y por eso admites sugerencias; velas e incienso para hacer más llevadero todo; la persiana subida, para convencerte de que los días aún son capaces de amanecer; teléfonos por si alguien decide llamar...y paciencia, mucha paciencia...
Y es que después de una gran noche, ha amanecido un día de sol visto por unos ojos empañados, porque yo no lloro...no.
Llegó una época en la que mis días se pueden resumir en pocas imágenes y repetitivas... en cosas por hacer que no quiero hacer y en cosas que quiero hacer y no puedo...En proyectos que no creo que se cumplan...en locuras que veo difíciles de realizar; y de nuevo, la esperanza perdida en un verano de trabajo.